lunes, 24 de mayo de 2010

EL PROCESO DE EVANGELIZACIÓN Y EL SINCRETISMO RELIGIOSO (segunda parte)


Para salvar a los indios era preciso mostrar que podían ser cristianos, era preciso que lo fueran; ¿lo fueron? J. Sierra

El choque violento entre aquellas dos grandes civilizaciones –la prehispánica y la española- se materializa en aquel siglo XVI, primero en una lucha material y simultáneamente en una "espiritual". Ambas se les quiere llamar de manera eufemística conquista o encuentro. La primera, de actitud cien por cien bélica se adecua mejor con el término de invasión e imposición militar. La otra, llamada evangelizadora, se adecua mejor con el término desestructuración o aculturación de la cosmovisión prehispánica.
Es menester de este blog tratar sobre la “conquista espiritual”. En particular mostrar que esta evangelización, en realidad, no tuvo el alcance esperado que deseaban los primeros predicadores de la Nueva España. Durante una o dos generaciones después de la Conquista fue un hecho la coexistencia del cristianismo con las religiones prehispánicas y, a pesar de la hostilidad a que fueran sometidas lograron sobrevivir, aunque sea parcialmente. Tal aseveración surge de la experiencia cotidiana, pues aún cuando la mayoría de los habitantes del país se consideran católicos, su practica esta mezclada con muchos y variados elementos de la religión prehispánica. Por tanto, es posible afirmar que la evangelización fue un proceso inacabado, incompleto y, sin lugar a dudas, lleno de un fuerte y marcado sincretismo.
Generalmente al hablar sobre determinada religión nos referimos a dos aspectos:
• Al conjunto de dogmas de fe que se tienen sobre la misma y
• Al conjunto de instituciones, escritos, ritos, liturgias, sacramentos, etc. que se practican dentro de ella.
En ambos aspectos, la tarea de evangelización debió haber dejado su marca. Sin embargo, el conjunto de dogmas no puso ser comprendido por parte de los indígenas, pues les resultaban completamente ajenos. En efecto, para lograr la comprensión del catolicismo, la tarea de la evangelización debió haber sido la conversión individual de cada miembro de la civilización prehispánica a la Iglesia, de tal manera que sólo a través de los años y la predicación constante se hubiera dado una auténtica conversión. Desafortunadamente el uso de la espada y la sinrazón ante la cosmovisión indígena no permitieron que se realizara de esa manera.
El segundo aspecto, es decir, la aceptación de ritos, liturgias, etc. se hizo parcialmente, pues los misioneros admitieron ciertos elementos rituales de las religiones prehispánicas como son las danzas, fiestas, lugares sagrados, etc. que fusionaron con los propios. De igual forma, el uso de la espada y la sin razón actuaron para que se generalizara el uso de los ritos y costumbres cristianas.
Se pueden distinguir entre 1522- 1573 dos grandes etapas en el proceso de evangelización. En la primera, en la que participan Martín de Valencia, Toribio de Motolinía, Domingo de Betanzos, Agustín de la Coruña entre otros, persiguieron y sepultaron todo aquello que les pareciera idolatría: se destruyeron templos, ídolos, códices, etc. de tal manera que se impidió una evangelización profunda, por cuanto se destruyen los símbolos de la cultura que permitirían, a través del tiempo, la transmisión del mensaje de la nueva religión. Lo anterior hubiera significado una aceptación más firme del catolicismo, pues este se hubiera adentrado en las conciencias de los conquistados a través de un diálogo con su cosmovisión [1].
La segunda, en la que ubico a Acosta y Sahagún, se intenta conocer el sistema de pensamiento del indígena con objeto de evangelizar de una manera más profunda; pero era ya un poco tarde: las antiguas traiciones habían sido volcadas en nuevos moldes, los ritos habían sido aniquilados, los antiguos “sabios” morían paulatinamente. A pesar de este interés, en realidad nunca cesó la aniquilación contra la religión prehispánica. Es por ello, que los pueblos conquistados nunca entendieron ni aceptaron completamente la nueva religión. En general, todo se quedó a nivel de ritos, costumbres, ceremonias que ejecutaban más por obligación que por convicción y eso, a su muy particular forma -sincretismo-.
Robert Ricard, en su libro La conquista espiritual de México, señala que:

No consiguieron los indios rechazar por la fuerza la predicación del evangelio, por estar tras de ella el poder militar y político de España; no les fue dable oponerse con razonamientos y discusiones de ideas, debido a su misma ignorancia y porque no se les hubiera permitido erguirse en contra de los dogmas, aun en forma pacífica, si era publica; pero quedaban apegados a sus antiguas ideas y ritos religiosos, amaban sus viejos dioses: no les quedó otra salida, por lo mismo, sino una tenaz y persistente resistencia: no pudiendo defenderse de modo activo, lo hicieron con la inercia y el disimilo.
[...]
Los indios siguen haciendo sacrificios, ya no de seres humanos, pero sí de animales, a los cuales arrancan el corazón, como lo hacían a los hombres. Adoran a sus ídolos escondidos en los templos cristianos, y si se levanta un santuario en donde estuvo un templo antiguo, a quien vienen a venerar es a la vieja deidad. Lo que sucede en realidad, es que los indios han consentido en recibir el bautismo, en hacerse externamente cristianos, pero en el fondo de su corazón no se resuelven a abandonar las antiguas costumbres, las viejas tradiciones y el culto a sus divinidades.


De cualquier forma, la incorporación de la civilización hispánica en la población indígena significó la aculturación del pueblo mesoamericano. En el interior de esta dramática situación de violento proceso de desintegración cultural, el pueblo mesoamericano desea, de ser posible sin traumas, camuflar, tal vez incrustar en el sentido de incorporar a los aportes del pueblo invasor algunos de sus componentes culturales. Afortunadamente, algunos misioneros estuvieron interesados en preservar parte de la cultura prehispánica, aprendieron y usaron sus lenguas, por medio de informantes reconstruyeron el pasado inmediato recién destruido.
Aquel sincretismo, de manera inconsciente, introduce, reconvierte y conserva algo del pasado de las culturas prehispánicas y, almismo tiempo, asimila parte del nuevo ambiente cultural a el que están sometidas. Esto tiene una repercusión muy significativa en los aspectos religiosos.
La cosmovisión del mundo prehispánico -en particular lo relativo a la religión, no era solamente un sistema de creencias acerca de un conjunto de divinidades, sino un concepto mucho más profundo, era un esquema cosmogónico que regía todas las facetas vitales. Por esta razón, los religiosos instrumentalizaron un sistema que permitió abarcar a todos los grupos sociales y todos los aspectos de la vida indígena: relaciones familiares y sociales, métodos de trabajo, actividades, vida privada y comunitaria. Igualmente, sacralizaron y ritualizaron el calendario indígena con fiestas y acontecimientos religiosos en los que las procesiones, el teatro, la música y la danza, tan presentes en las festividades y actos de la religión prehispánica, se convertían en instrumentos metodológicos para transmitir el mensaje evangélico, que al ser protagonizado por los propios naturales, redundaba en su apropiación de las creencias y compresión de los dogmas cristianos.
De esta manera, formas prehispánicas para un contenido cristiano que desembocan en un sincretismo religioso, que asimilaba a Tonantzin, una de las formas de la diosa madre en Mesoamérica, con la Virgen María; o a In tloque in nahuaque –“el amo de lo próximo y lo lejano”-, que aludía a Ometéotl, Señor de la Dualidad, para significar a Dios. Igualmente, podía escogerse a un santo cristiano como denominación suplementaria agregada a la divinidad antigua, de ese modo la divinidad del fuego, el dios Xiuhtecutli era llamado también Xoxeptzin –San José– y Ximeontzin –San Simón–, teniendo en cuenta la avanzada edad de los dos santos. Como vemos, la línea que separaba la idolatría de un cristianismo sincrético era muy fina y quebradiza, lo que provocó un debate entre los propios frailes sobre la metodología empleada en la evangelización.
[1]Vid De Céspedes, C. “Desafíos de la evangelización frente al sincretismo”, en Simposium sobre el indiferentismo religioso en América Latina a la luz de la relación entre cultura y religiosidad, San José de Costa Rica, 1992.

1 comentario:

  1. Hola, Octavio me pidió que revisará tu trabajo, me gusta el título y comenzaré a leerlo completito. ¿Me puedes enviar tu correo personal y tu documento en Word 2003 para acotar algunos puntos que apoyen tu investigación?.
    Mil gracias, mi nombre es María Luisa Castro y mi correo es
    sedastia10@gmail.com

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